Testimonio ampliado:
Testimonio ampliado:
Nadie ha sido capaz de soportar la predicación del evangelio; o se van a revelar contra el evangelio, o se convertirán. ¡Abandónate en Cristo! Confía en Él.
No estamos llamados para construir imperios. No estamos llamados para ser aceptados. Estamos llamados para glorificar a Dios.
Eternidad. El día que estés parado en aquel lugar glorioso, ante el Señor de la Gloria, y los reyes, los hombres más grandes de la tierra se dividan, se separen y sean llamados. Algunos echados al infierno eterno, y algunos invitados a la gloria eterna ¡Vive para la eternidad!
Estos atletas olímpicos, lo gloriosos que son, pero sólo por un momento. Comienzan el entrenamiento cuando tienen cuatro o cinco años de edad, no hacen nada más que entrenar hasta los veintidós años. Corren una carrera de nueve segundos por una medalla que cuelgan en la pared ¡Y eso es todo! ¿A caso no puedes dar los mismo tú para cosas eternas?
Hay alguien que es infinitamente glorioso y tú pasarás una eternidad de eternidades para intentar conocerlo y nunca vas a llegar ni siquiera cerca de un conocimiento mínimo de Él. Tantas cosas que quieres saber y hacer, y todos los libros para leer ¡Escoge un libro sobre Dios! La Biblia.
Porque es por esto que trabajamos y nos esforzamos, porque tenemos nuestra esperanza puesta en Dios. Esto no es ser mártir, ni un sacrificio en el que inútilmente entreguemos la vida para nada, solo para morir sin esperanza ¡No! Servimos a Dios y Dios nos honrará. Hemos puesto nuestra esperanza en esto, y esto nos da fuerza ¡Fuerza!
La vida es una sombra que pasa. Tengo 47 años y ayer tuve 21 ¿Donde quedó todo? ¡Es una sombra! Mientras tengas fuerza ¡Predica! Alabo a Dios que me permitió cuando era joven entregarme por completo, sirviendo en la Cordillera de los Andes, en las selvas del Perú, haciendo lo que ya no puedo hacer, pues me faltan fuerzas. Mientras seas joven y haya fuerza en ti ¡Trabaja con todas tus fuerzas!
Toma esos videojuegos estúpidos y pisotéalos. Tira el televisor por la ventana. Has sido creado para cosas más grandes que éstas ¡Quiero el poder de Dios en mi vida! Entonces algunas cosas tienen que desaparecer. Quiero conocerlo, entonces alguna separación tiene que ocurrir, lo que sea necesario. Tienes que, literalmente, estar delante del Señor ¡Cualquier cosa! ¡Lo que sea necesario!
Como un joven misionero yo viví muchos años en un lugar que estaba destruido por la guerra. En aquel momento, 23 mil personas murieron. Algunas veces para ir a buscar el correo, tenía que pasar sobre un cadáver.
La belleza del ser humano es destruida por la muerte. La esperanza de todos los hombres es destruida por la muerte. Mi familia fue herida por la muerte, mi hermano murió cuando yo tenía seis años; mi padre murió entre mis brazos en medio del campo, y hace pocos años, prediqué en el funeral de mi hermana.
Yo se mucho sobre la muerte, pero la muerte es demasiado fuerte como enemigo para vencer. No importa cuánto combatas con ella, no importa cuánto luches contra ella, no importa cuanto tiempo vivas en auto-negación de que no va a llamar a tu puerta. Debes saber que vendrá por ti, y no hay nada que puedas hacer respecto a eso.
Como dijo David: «Apenas hay un paso entre mi y la muerte» (1 Samuel 20:3). En tan sólo unos pocos años, algunos de ustedes estarán muertos. En 25 años muchos más de vosotros estaréis muertos. Y en 100 años, no solo todos nosotros estaremos muertos, sino que seremos olvidados, todos nuestros sueños se habrán roto, todo recuerdo de lo que nosotros hayamos hecho, será eliminado; y de todas las criaturas somos las más miserables, porque no es sólo que la muerte esté viniendo por nosotros, nosotros lo sabemos. Tú lo sabes, lo sabes.
Haces todo lo que puedes para alejar estos de tus pensamientos, pero va a venir por ti, puede que en esta noche. Viene por tus hijos y no hay nada que puedas hacer.
Pero existe uno que enfrentó a la muerte con la cabeza bien alta. Existe uno, un poderoso guerrero que entró en la fortaleza de la muerte y la derrotó en su propio terreno. Existe uno que ha vencido al mayor enemigo del hombre. Su nombre es Jesucristo, y el cargó los pecados del mundo, y el murió en un madero, y el pagó por todo lo que era causa de nuestra muerte; y al tercer día el Padre lo resucitó de entre los muertos, y al tercer día el Espíritu Santo lo resucitó de entre los muertos, y al tercer día Él mismo se levantó de la muerte. Y ahora el creyente más pequeño y débil puede mirar a la muerte a los ojos, y decir: «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?» (1 Corintios 15:55).
Pecado ¿Donde está tu poder? Tú que has consumido naciones, nunca las volverás a consumir ¡Mira, el Evangelio son buenas noticias! ¡Fantásticas noticias! ¡Dios mismo te lo está gritando! ¿No decía el apóstol Pablo así mismo: «Estoy pidiendo a voces con vosotros, pero es como si Dios mismo estuviese pidiendo con vosotros a través de mí»?
¿Porqué vives una vida que no tiene significado? ¿Porqué vives una vida que literalmente se va a romper en pedazos? ¿Porqué te permites ser devorado por la muerte? ¿Porqué no vienes a Cristo? ¿Qué es lo que te detiene? ¿Qué es lo que tiene el control de tu mente y tu corazón? ¡Ven a Cristo! Dices que es demasiado bueno para ser verdad ¡Pero, es verdad! Dices: «¡Oh, soy un pecador demasiado grande!» ¿No eres más grande que Cristo, verdad? ¿Tú no puedes más que su gracia, no?
Ven a Él.